Ext. Howard Green - dia

Acabo de llegar. Hoy hemos cambiado el horario para rodar por la noche.

¿Cómo explicar lo de hoy? ¿Cómo haceros partícipes de las mil historias que han ocurrido? ¿Cómo no sólo contar, sino haceros vivir y sufrir los sentimientos, emociones, tensiones, angustias, maravillas, placeres, torturas, desengaños, que un sólo día de rodaje tiene en su interior? El otro día comentaba que los días parecen meses. Los días de rodaje son como años, como vidas. Me cuesta resumirlos, sintetizarlos en pocas palabras, no porque carezca de capacidad de síntesis, que puede ser, me cuesta porque no consigo recordar todo lo que pasó, de tantas, tantas imágenes que se amontonan confusas en mi cabeza. Hay momentos que pertenecen al pasado, y tan sólo sucedieron por la mañana.

Al principio recuerdo levantarnos HORA Y MEDIA ANTES para evitar problemas y marcar el lugar donde el técnico debía montar la mítica TOWER CRANE. Qué risa. Llegamos y no estaba ni el de la tower ni nadie. Barrie no vino ni en plan solidario. NADIE. sólo el escuadrón absurdo: Txitxo, kiko y yo. Apareció el de la tower y le dije dónde iba la máquina, cuando lo sabía TODO DIOS, después de repetirlo en tropecientas reuniones y localizaciones. Este acontecimiento ya nos puso de mal humor -podían haber venido con nosotros, aunque sólo fuera por educación-, pero no. Decidimos una cosa, una especie de juramento: no hacer mala sangre. Que los problemas sean como la lluvia, algo inevitable y de lo que nadie es culpable.

Rodar el plano de la tower me costó treinta operaciones del riñón. La torpeza y la confusión reinaban por doquier. Pero a la vez, un extraño sentimiento de placer al ver los resultados, que se superponían al absurdo del sol, del humo, del movimiento de los figurantes, de la imposibilidad de que los fuegos estuvieran encendidos, de coordinar las diez mil movidas del plano. Y desde luego no era tan complicado, os lo juro, pero algún maligno aliento del diablo lo hacía imposible. A la quinta me rendí. ¿Cómo quedó? Maravilloso, pero podía haber sido sobrenatural. No sé explicar la diferencia. Cuando tuve que parar por los niños... Los niños tienen que descansar quince minutos, por el sindicato, me dicen... Qué fuerte. Y John, que subía y bajaba la escalera, Caroline con los carteles, y los policías corriendo, Paul con los sandwiches, todo se para, volver a empezar. Y se veía una persiana, dos, cinco persianas. ¿Pueden subir las persianas? No, eso habría que haberlo pedido hace TRES SEMANAS, me dicen, y parece que lo dicen en serio. ¿Y si entro yo y las subo? No se puede, no se puede. Joder. Me vuelvo loco, y sigo.

Luego los steadys, la figuración vestida del diecinueve, ¡más humo! El policía que sobreactúa. Después de conseguir rodarlo antes de las cuatro, para meterme en la siguiente secuencia... Necesitábamos noche. Y Rosa, con su rostro de acero, diciéndonos que la noche empezaba a las cuatro, y empezaba a las seis. Y a rodar la secuencia con Elijah y Seldom antes de las siete, porque había que irse de allí... Tiempo, tiempo, como decía nexus 6. Y lo consigo, y lo ruedo en dos planos, porque esos actores son geniales. Y de allí al juzgado, al Royal Court of Justice, con camiones y figuración, y toda la peskua, que diría Kiko. Y hay que acabar antes de las diez. Y lo consigo, no sé cómo, pero antes de acabar, cuando ya sólo me quedaba un plano, Rosa me recuerda, amable: acaba antes de las diez, porque si no, tengo que pagar un extra a los actores. Después de sobrevivir a la batalla armado con un paraguas, después de conseguirlo, y sufrir como un endemoniado, uno se espera un detallito. Acaba, acaba antes, que hay que pagar. Lo increíble es que todo salió perfecto y media hora antes, sacrificando mil neuronas, y destrozando literalmente al equipo. ¿Alguien te lo agradece? No estamos para eso. Aquí no hemos venido a hacer amigos. No hay tiempo. Llevo dieciséis horas dando el callo. Los planos con dolor son iguales que los planos con risas, porque el dolor y las risas están detrás de la pantalla, nunca delante. Nadie notará nada. No hay diferencia. Sólo es cine. Para los productores, dinero (ellos siempre dirán que no). Para el espectador, una película buena, o mala, casi con seguridad una pérdida de tiempo. Para nosotros, los que lo hacemos, nuestra vida. Qué orgullo. Me siento tan orgulloso de haber vivido este día. De haberme equivocado y acertado docenas de veces. Ojalá pueda ser así por siempre.