EL BAILE DE LOS MALDITOS

Es el momento de irse a la cama, porque mañana es el ultimo día antes del caos. Pasado mañana comienzo a rodar la película. PASADO MAÑANA LA IDEA SE CONVIERTE EN MATERIA. Los engranajes rechinan y las piezas de la maquinaria se retuercen para encajar en una combinación hermética. Los astros se conjugan sobre mi cabeza, alineándose unos sobre otros formando una figura geométrica ininteligible. Orfidal, el gran benefactor, la divinidad química que protege mis sueños, velará toda la noche para que el descanso sea completo y reparador. Mañana es el último día en el que puedo pensar y actuar protegiendo mis doloridos músculos del sobrecogedor esfuerzo. Necesito poner en marcha los rodamientos que soportan las piedras de la esfinge. Sí, de acuerdo, no son buenos momentos para la lírica, pero Heineken, el gran pensador, me ha poseído sin yo saberlo, y Carlsberg, su discípulo idealista, me arrastra hacia un tenebroso pozo sin fondo. Puedo ver monstruos y dioses cantando juntos de la mano. Yo soy uno más en esta procesión demoníaca. La muerte con su guadaña va primero, de su mano, Torrebruno, y tras él, todos los personajes de la comedia. Como siluetas en un teatro chino nos perdemos en la distancia, ebrios de sinsentido.